El monasterio de las hermanas pobres de Santa Clara, se ubica en la localidad de Rarinco, en la «Colina de Asís» a unos 3 km del puente «Rarinco» al llegar a Los Ángeles.
Hermanas de clausura, pero abiertas a las visitas de mundo exterior, se dedican a la oración profunda y las labores del hogar. Viven en comunidad y profesan los votos que les dejó su Padre San Francisco: amar la santa pobreza y vivir el Evangelio.
Su día está consagrado a la alabanza a Dios y trabajan para El, a quien le dedican diversas oraciones pertenecientes a la Liturgia de las Horas. Por la mañana se levantan y rezan maitines… es a Jesús a quién le dedican sus primeras palabras con la jaculatoria, como buenas enamoradas de su esposo: «Señor, abre mis labios y mi boca proclamará tu alabanza»…
Sagradamente, viven la Eucaristía y rezan Laudes, dejando un descanso después de unas 3 horas aproximadamente, para poder desayunar. Posteriormente se dedican a las labores del monasterio, típicas de un hogar. Cada hermana posee un oficio, algunas se encargan de la cocina, otras de atender a los visitantes y niñas en retiro; otras hermana se dedica a mantener en orden los implementos litúrgicos para la misa diaria; otra hermana lleva la hora del día para poder avisar así el tiempo que resta para la oración. A las 9 am, aproximadamente, rezan Tercia. Mediante el toque de la campana, las hermanas saben que hora es y qué deben rezar. Después de eso, siguen con sus labores encomendadas y al medio día rezan el Ángelus, seguido de Sextas.
A las 3 de la tarde, aproximadamente, rezan Nonas. Donde recuerdan el sacrificio de Jesús por nosotros, la Iglesia pecadora. Este es el primer descanso que dedican las hermanas, cada una se retira a su celda en búsqueda de la meditación silenciosa para contemplar el misterio de la muerte de Cristo.
Por las cuatro de la tarde, aproximadamente, las hermanas se reincorporan a sus labores. Dos horas después, suenan las campanas nuevamente, es tiempo de Vísperas, las hermanas se sienten feliz de este momento pues, al caer el día y concluir el trabajo se piensa en Cristo, Luz sin ocaso, se acuerdan del a redención del mundo y se alaba y agradece a Dios por su proyección en el día que concluye. Después de Vísperas, las hermanas se entregan a la contemplación del Santísimo Sacramento por varios minutos, antes de ir a tomar once.
Luego de esta, sólo le quedan unos momentos para rezar Completas. Es una oración breve e impregnada de confianza en Dios. Finalizan la oración con la bendición franciscana: El Señor nos bendiga y nos guarde, nos muestre su rostro y tenga misericordia de nosotras, vuelva su rostro y nos conceda paz. El Señor nos bendiga, hermanas.
Así, cada hermana se regocija en la soledad de su celda y termina un día, en el monasterio de Santa Clara de Nuestra Señora de Los Ángeles.
Muy bien Rose, que bueno leer y saber que lo leido fue escrito con un sincero cariño y con experiencia directa del autor; realmente tus palabras permitieron imaginar ese pedazo de cielo en la tierra. Seguire atento a tus publicaciones.
Anibal!!
Gracias, pese a que fue una descripción pequeña y simple, me siento feliz porque por lo menos sirvió para que la gente conozca este tipo de vida.
Muchas gracias por tu apoyo.
Rose.
Excelente información, te felicito rose se nota la dedicación y trabajo que le has dedicado. sigue así y sigue complementando que para muchos puede ser muy interesante leer esas líneas !
slds